¿De qué sirve elaborar un satisfactor que se demande en el mercado, tenerlo a una condición de intercambio que el cliente esté dispuesto a transar y tenerlo disponible cuando lo desee; si NO tiene conocimiento de su existencia y tampoco alguien que incide en estimular su consumo?
Deducidamente, NO BASTA estudiar las necesidades de clientes actuales o potenciales para la elaboración de satisfactores (servicios/productos), controlar sus procesos de calidad y maximización de costos para el rendimientos económico de la organización, plantear una política de precios que logre rentabilidad y competitividad en el mercado y tenerlo disponible para ser usufructuado o consumido por el cliente. La anterior gestión, sólo será evidenciada por el cliente en la medida que lo comunique a través de un posicionamiento estratégico y la efectividad de ello deberá manifestarse en la transacción surgida por la elección de su marca y el hábito recurrente del consumo de sus productos.